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domingo, 30 de noviembre de 2014

VII


Todas tus guerras perdidas te dejaron lunares en la espalda
los recorro uno a uno, incesante,
hasta hacerlas completamente mías.

Quedaste limpio como un pájaro recién bañado 
y con el pico refregándome en la panza,
pero no daré la vuelta a verte.

Los mejores errores son aquellos
de los que no te queres arrepentir ni arrepentido;
y un poema que no te gusta no lo asesinas,
se lo edita hasta que mejora.

Me emborracho y vomito poesía,
es la manera más decente que he encontrado para escapar de tus besos,
y sobre besos hay mucho escrito.

Amar, esa desbordada sensación de saciedad
y de terror análogas.
Nos engañan en la cara, y no nos cuestionamos.

El amor no existe, dijiste, 
"es un estado que no todos alcanzamos".
Y desde ese momento no exististe para mí.
Porque cuando hay amor, no existe razón.

Tus ojos son las dos últimas puñaladas que necesito para acabar conmigo.
Y si no me salvo de tu vida,
que la poesía me salve de la muerte.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Locura


La luna me mira con sus ojos monteses 
y me intercepta;
noche abismal que me sumerge en tu recuerdo.

El olvido cada vez más lejano, 
indiscreto, 
juega con mi memoria y se vuelve místico 
(e ineludible).

Tiemblan mis labios de deseo,
y este cuerpo 
que aún guarda tu perfume 
que invade mi nido.

Las vigas de ésta cárcel no quieren abrirse, 
estás condenado a morir 
entre las rejas de mi corazón.

Sabor intrin-seco a misterio 
y el calor que solo tu cuerpo junto al mío 
puede azuzar, 
¡cómo dejarte ir! ¡así!

Estamos hastiados de luchar contra un huracán 
que nos vuelve siempre al principio, 
sin salidas y sin final.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Canción de la torre más alta (ARTHUR RIMBAUD)

Juventud con pereza
a todo sometida,
por delicadeza
perdí hasta mi vida.
¡Que venga el tiempo donde
los corazones se corresponden!

Me dije: ¡ya deja!,
que no puedan mirarte:
y sin la promesa
de dichas gigantes.
¡Que no puedan pararte,
del retiro apartarte!

Esperé tanto tiempo,
que ahora sólo olvido;
temores, sufrimientos
al cielo se han ido.
La sed malsana llena
y oscurece mis venas.

Así la pradera
al olvido entregada,
crecida y florida
de incienso y cizaña,
en la melodía hosca
de cien sucias moscas.

¡Ah! Las mil viudeces
del alma sufridora,
que no tiene más preces
que a Nuestra Señora!
¿Quién reza en su agonía
a la virgen María?

Juventud con pereza
a todo sometida,
por delicadeza
perdí hasta mi vida.
¡Que venga el tiempo donde
los corazones se corresponden!


*Arthur Rimbaud ( Charleville, Francia 20/10/1854 – Marsella, España 10/11/1891)
  Poeta francés.

martes, 4 de noviembre de 2014

Ágape III


Y en medio de la penumbra,
entra un rayo de luz
que busca amparo en la oscuridad,

Atemorizada repito tu nombre,
 no quiero despertar.

Tu voz me envuelve, me exprime y me expira.

El pecado se hace sangre
y mi boca no respira,

Me ahogo en tu elixir.